Pongámonos serios y sinceros. Dejemos a un lado eso de que “lo que importa es el interior”. Eso solamente es una mentira piadosa, un “echar balones fuera” ó, ser políticamente correctos.
Lo que vende es el físico y lo que nos vende también. Poca gente es capaz de admitir que se cuida, que va al gimnasio dos ó tres horas diarias (ó al menos cuatro días a la semana) y que hace la dieta del pollo, en su defecto pavo. “¿Cremas? ¿Yo?, eso lo dejo para cuando tenga edad” y cuando se tiene edad se engrandece a las madres por la genética que cedieron. “Yo no me privo de nada” pero, nunca le ves en una comida de celebración ó simplemente, el día anterior cenó demasiado.
Claros ejemplos de que para gustos, los colores y de mentiras respecto al físico hay un completo espectro de luz. Por todos es sabido que en ocasiones, más de las que deberían, consigue más una cara bonita que una mente brillante. No menos verdad es que nuestra percepción selectiva, multitudinarias veces, nos hace ignorar a aquellos que no “nos entran por los ojos”, perdiendo así, seguramente, la oportunidad de conocer a bonitas personas; que no personas bonitas.
Ya lo decía el refrán, “con lo guapo no se come, pero con lo feo se quitan las ganas de comer” y admitámoslo, se tiende a ser refranero; sobre todo en esto. Afortunadamente la belleza es subjetiva y lo que a unos les parece “difícil de ver” a otros les eclipsa. ¿Será por eso de que el amor es ciego?
Sea como fuere, vivimos condicionados por el físico. Nadie sale a la calle sin hacer lo posible por estar “agradable a la vista”; cada uno en la medida de sus posibilidades; y en ello invertimos un tiempo que bien podríamos dedicar a otros menesteres de ser verdad eso de que el físico no importa.
Y sino que se lo digan a los sometidos a operaciones estéticas que, además de tiempo, invierten dinero y mucho. Escasas son las veces en las que se entra a un quirófano por motivos de salud. Están en auge el aumento de pecho y las liposucciones, sobre todo de cara al verano. La demanda de cirugía estética llega a cuadruplicarse en los meses previos, sobre todo por las féminas, aunque los hombres no se quedan al margen y se unen cada vez más a eso de “retocarse”. Ellos prefieren que el espejito les reconozca como los más bellos y se decantan más por el remodelado facial de nariz o mentón, rejuvenecimiento y lipoescultura.
Si con ello la autoestima aumenta y ello contribuye a unas mejores relaciones sociales, personales y laborales, bienvenido sea. El problema viene cuando no se toman lo suficiente en cuenta los riesgos que conlleva una intervención. Esto fue lo que le ocurrió a una joven sevillana de 18 años que se sometió a una intervención de aumento de pechos.
Sufrió un rechazo y no le extrajeron la prótesis de silicona hasta tres meses después. La cirujana que la intervino ya no trabajaba allí y no se le hizo el correcto seguimiento postoperatorio, debido a un cambio interno de la empresa. El cóctel perfecto para sufrir mastopatía fibroquística, mastodinia, hipoestesia del pezón y pérdida de lactancia. Es decir, una “negligencia médica” de tal envergadura que derivó en una depresión valorada por la justicia en casi 100.000 euros.
Peor suerte corrió la mujer de 34 años que falleció ayer en Málaga por complicaciones surgidas también en una intervención de pecho. El especialista fue condenado a un año de prisión y tres de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión médica pero, eso ya poco importa.
Lo admitamos ó no el físico importa, cada vez más y por ello algunos están dispuestos a poner en riesgo su vida. Bonita teoría es esa de quererse a uno mismo tal y como es. También esa de que lo bello está en el interior. Ideal la teoría, irreal la práctica.
Nos lo venden bueno, bonito y barato y lo queremos con alguien inteligente, sí, pero atractivo también.
Porque no es lo mismo ser que estar…