jueves, 31 de marzo de 2011

Dos clubes y un destino

 

Con la boca wacabierta me quedé al oír en la radio el wakarumor, ó wakanuncio, del veto del Waka-waka en el Santiago Bernabéu. Y parece que de momento el Real Madrid no se ha retractado; aunque tampoco lo ha admitido; y prefiere guardar silencio, quizá, por si lo que diga pueda ser utilizado en su contra. 

La razón de la wakacensura parece ser el temor a que la emisión de la melodía en el estadio pueda ser interpretada como una provocación. Provocar nunca ha sido bueno, menos en un estadio en el que la variedad de personalidades congregadas es impredecible. Y ya se sabe… más vale prevenir que curar.

Y alguno se preguntará, ¿cómo puede una canción; nacida para el encuentro e icono del goce “Surafricano”; provocar? Pues bien, parece ser que la causa directa es el noviazgo que su intérprete, Shakira, mantiene con el defensa blaugrana Gerard Piqué.  

El diario deportivo AS publicaba ayer, en primicia, que los directivos del Real Madrid habrían decidido suprimir el éxito de la colombiana en el estadio merengue. El motivo sería que la sintonía les recordaría a su enemigo por antonomasia; el Fútbol Club Barcelona. 

Casualidad ó causalidad, horas antes la propia Shakira presentaba en su Twitter, como todos ya sabemos, a su Sol. Y Piqué lo confirmaba. Porque todo hay que avalarlo en este mundo pecador de incredulidad. 

Partiendo de ello, podríamos preguntarnos, ¿y qué pasa con Casillas y Carbonero? ¿y con Beckham y Victoria? y, ¿De Gea y Edurne?. Por no hablar de Lara Alvarez y Sergio Ramos; que las comparaciones son odiosas.

Si cada club de fútbol boicoteara el medio de comunicación que da de comer a las parejas de sus rivales ó, los éxitos de las cantantes “favoritas” de sus adversarios, el fútbol no sería una fiesta, y mucho menos se harían eco de ella.

Lejos queda la alegría y el alboroto de la victoria del Mundial. Tiempos en los que merengues y blaugranas se fundían en un encarnado abrazo y celebraban sellando, momentáneamente, la paz con un beso carmesí. Ahora revueltos, que no juntos, los clubes se vetan por el amor de una mujer.

Entre tanto, a los protagonistas del “baby boom” siempre les quedará Iniesta.

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